¡Hola a todos/as!
Dos amigos de la niñez con una deuda pendiente.
Un forzado reencuentro en la amurallada localidad vallisoletana de Urueña.
Álvaro, un exitoso escritor, y Mateo, un crucigramista en números rojos, acabarán atrapados en el caótico trazado medieval de la villa y bajo una impenitente cencellada. Ambos serán parte de un macabro juego en el que la sed de venganza los llevará a tomar decisiones que condicionarán sus vidas en el caso en el que alguno logre superar la jornada.
La historia está narrada en tercera y primera persona, además de a dos tiempos diferentes (presente y futuro) y por dos personajes distintos: Álvaro y Mateo.
La acción se desarrolla toda en 24 horas y ambientada en Urueña, la villa del libro ubicada en Valladolid. Esta localización fue un punto positivo enorme para mí porque este verano fui a visitar el pueblo y eso hizo que entrara todavía más en la historia.
Gracias a los diálogos tan fluidos que hay entre los protagonistas, el ritmo frenético al que se desarrolla la historia, aunque apenas sea en un día, y esa pluma tan natural y coloquial que tiene, consiguió que me absorbiera la historia por completo y que empatizara al cien por cien con los personajes.
Un dato muy original que tiene el libro y que para nada me esperaba ni me había encontrado antes es que el trabajo de Mateo, uno de los protagonistas, es hacer crucigramas y los títulos de los capítulos son los enunciados de las palabras que componen un crucigrama que hay en la última página del libro. Obviamente no adiviné ninguna.
Con todos los giros que tiene la novela que para nada vi venir y que hicieron que me explotara la cabeza, me acabó de conquistar del todo. Lo que yo espero de un thriller es la sorpresa y con este me la he llevado pero bien. No hay nada mejor que un gran plot twist.
Descubro al autor con este libro y ya tengo seguro que quiero leer todo lo que haya escrito porque el primer contacto no ha podido ser más acertado.
Alba.
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