★★★☆☆ (3/5)
¡Hola a todos/as!
Tras la abrupta vuelta del grupo a casa, Valeria se muestra reticente a regresar a Silbriar para tratar de rescatar a su hermana Lidia de nuevo. Sin embargo, cuando descubre que su padre ya conocía la existencia del mundo mágico y le entrega el diario de su madre, todo cambia. A través de sus palabras escritas, conocerá las implicaciones de su familia en la historia reciente de Silbriar. Además, los jinetes están causando estragos en el planeta, y la única forma de detenerlos es derrotando a Lorius Val. Convencidos de que solo el guardián de la capa podrá inclinar la balanza a su favor, los chicos vuelven al mundo de los cuentos con el objetivo de localizar la capa, liberarla y así encontrar a ese guardián prometido de quienes hablan las profecías. Mientras tanto, Lidia mantiene una lucha interior para no sucumbir al poder de las sombras, las cuales la tientan cada día ofreciéndole un destino inigualable.
La historia está narrada en tercera persona protagonizada por Lidia, Valeria, Érika, Dani, Nico, entre otros personajes y protagonistas que vamos conociendo a medida que vamos avanzando en la lectura.
En este caso, la trama empieza justo donde termina la segunda parte, y esto es genial porque el final fue de infarto.
En esta tercera y última parte se mantiene el ritmo narrativo, las aventuras que viven nuestros protagonistas por todo el mundo de Silbriar que la autora ha creado con tanto mimo e imaginación. Iremos descubriendo nuevos secretos de las profecías, las descendientes y de la magia que me entretuvieron mucho y me hicieron pasar un buen rato y viajar lejos de donde me encontraba.
La evolución de los personajes es palpable, sobretodo en Érika, ya que es la más joven de todas y su camino hacia crecer y hacia adquirir más poderes es muy evidente. Por lo que hace a Lidia, su evolución si que es bestial. Ha sido y es hasta el final de la trilogía mi personaje favorito de toda la saga.
Un final precioso y digno para todos los personajes que componen esta historia y un lugar como Silbriar que no olvidaré jamás.
Alba.
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